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En la actualidad tenemos la suerte de estudiar a muchas personas que han destacado por las distintas acciones que realizaron durante su vida y que  han dejado huellas en diferentes etapas del pasado dando  un  vuelco a la historia.  Incluso fueron figuras claves  en la formación del presente en el que hoy convivimos, aunque ignoradas  en  su día.  La historia nos ha enseñado que acciones o comportamiento que en un momento se consideran negativos, unos años después  son aplaudidos. Las perspectivas  cambian.

En esta entrada  nos gustaría  recordar  a un grupo de ocho mujeres, con personalidades fuertes e independientes, que se impusieron a normativas sociales y culturales en España durante las primeras décadas del siglo XX, coincidiendo con unos acontecimientos  históricos muy convulsos  como la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y la Guerra Civil.

Habían nacido entre 1898 y 1914  y representaron la cara femenina de la Generación del 27.  Convivieron y se movieron en   los mismos círculos sociales que los hombres ilustres de dicha generación, sin embargo, lamentablemente, sus obras fueron desvalorizadas y no resaltadas durante muchos años en los libros de texto.

La sociedad machista  despreció  a estas mujeres muy preparadas en diferentes campos.

A pesar del rechazo que soportaban, estas valientes mujeres  se adentraron en las corrientes vanguardistas de aquellos años, apostando por un cambio basado en la modernidad, tratando de hacerse sentir y darse a conocer con sus talentos artísticos e intelectuales, convencidas de  que  podían   conseguir una transformación social en igualdad de condiciones para mujeres y hombres. Estás jóvenes frecuentaban  lugares donde se podían reunir para expresar e intercambiar sus ideas, tales como la Residencia de Señoritas, la Asociación Universitaria Femenina, el grupo femenino de la Residencia de Estudiantes y el Lyceum Club Femenino.

Dicho grupo lo conformaban Ernestina de Champourcín, María Teresa León, Concha Méndez, María Zambrano, Rosa Chacel, Josefina de la Torre, Marga Gil Roësset y Maruja Mallo, quienes fueron llamadas “Las Sinsombrero”.

Este nombre se debe a que en una ocasión Margarita Manso y Maruja Mallo en compañía de  Salvador Dalí y Federico García Lorca decidieron dar  un paseo  por La Puerta del Sol en Madrid sin un sombrero en sus cabezas, teniendo en cuenta que para esta época el hecho de no llevar puesta dicha prenda de vestir (tanto en hombres como en mujeres) era visto como un acto de rebeldía e incluso de  homosexualidad. Transeúntes irritados por el quebrantamiento de las normas sociales por parte de este  grupo   profirieron insultos  y lanzaron incluso piedras

Cabe resaltar que el nombre de “Las Sinsombrero” aunque se generó con esta anécdota contada por la misma Maruja Mallo no fue utilizado hasta el año 2015 gracias a las productoras de cine Tania Balló Colell, Serrana Torres y el productor Manuel Jiménez Núñez  quienes llevaron a cabo un proyecto audiovisual  que  titularon así para conmemorar y difundir la existencia de este grupo de mujeres polifacéticas, comprometidas y con vocación artística, intelectual y filosófica.

A continuación presentaremos una breve reseña de la mujer más destacada en el ámbito intelectual español.

María Zambrano Alarcón (Vélez-Málaga 1904 - Madrid 1991)

Fue una filósofa, profesora y ensayista poética destacada por su gran inteligencia y pensamiento fuera de lo común para la época. Hija de docentes, fue una de las pocas mujeres que obtuvo una  buena educación,  en una España en la que no era frecuente que la mujer estudiase.

Hizo la carrera de Filosofía y Letras, participó en movimientos estudiantiles y colaboró con periódicos de la época. Entabló amistad con artistas de la Generación del 27 como Miguel Hernández, Rosa Chacel, Luis Cernuda y Emilio Prado entre otros.

Su filosofía se fundamenta en la razón poética. Durante la guerra colaboró con la República siendo Consejera de Propaganda y de la Infancia Evacuada y una vez acabada pasó su exilio en varios países: Francia, América, Cuba, México y Ginebra, período en el cual impartió clases en varias universidades y además publicó dos de sus obras. En 1984 regresa a Madrid.

Fue galardonada con los premios Príncipe de Asturias (en 1981) y Cervantes (en 1989).

Finalmente el 6 de febrero de 1991 muere en Madrid dejando un gran legado.

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